lunes, 20 de junio de 2011

Ni sociable ni solitario.



Soy hijo único. Bueno, en realidad mis padres murieron… ¿Se sigue siendo hijo cuando ya no se tiene padres? ¿Y si dejás de ser hijo y tampoco sos padre, pasás a ser nada? El tema es que de chico pasaba muchas horas solo. No es un reproche hacia mis padres, ellos gastaban mucho tiempo intentando entretenerme, pero raramente lo lograban. Pobres. Y pobre yo, claro. Pero la verdad es que no me aburría cuando estaba solo. Es una desgracia que nunca me haya gustado la lectura. Siempre me atrajo la  imagen del nene solitario encerrado  en su propio mundo, infinito, que creaba con ayuda de los libros. Me hubiera gustado ser uno de esos, pero no hubo caso. Nunca logré concentrarme en las historias fantásticas de los libros y, para ser sincero, tampoco me parecían tan fantásticas como todos las promocionaban. Por lo tanto, mi infancia fue un problema para mis padres. Ni sociable ni solitario. ¿Qué quedaba? Conflictuado, problemático. Pero tampoco lo era; de hecho, mis padres y mis maestros casi no tenían oportunidad de reprenderme.  

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