domingo, 19 de junio de 2011

La revolución empieza por casa.




Los tendones fueron atándose entre ellos, jugando a cambiar de posición dentro de su cuerpo. A este juego se sumaron progresivamente venas, nervios y hasta órganos. Resultaba gracioso desde dentro imaginar los movimientos de ese hombre sorprendido por semejante revolución interna. Por fuera, en cambio, resultaba desgarrador.

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